Maggie Alarcón

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Michael Ratner

In ACLU, Cuban 5, National Lawyers Guild, Politics, Politics Relaciones Cuba EEUU, US on May 16, 2016 at 3:17 pm

ratner

Ricardo Alarcón de Quesada

Muchas veces vino a Cuba. La última fue en febrero del 2015, con motivo de la Feria Internacional de Libro en la que fue presentada la edición en español de “¿Quién mató al Che? Como la CIA logró salir impune del asesinato”, fruto de minuciosa investigación y más de diez años reclamando a las autoridades el acceso a documentos oficiales celosamente ocultos. La obra de Michael Ratner y Michael Steven Smith demostró de manera inapelable que el asesinato de Ernesto Guevara fue un crimen de guerra cometido por el gobierno de Estados Unidos y su Agencia Central de Inteligencia, un crimen que no prescribe aunque sus autores andan sueltos en Miami y hacen ostentación de la cobarde fechoría.

"El autor, junto a Gerardo Hernandez su esposa Adriana Perez y Michael Ratner durante una de sus ultimas visitas a la Habana."

“El autor, junto a Gerardo Hernandez su esposa Adriana Perez y Michael Ratner durante una de sus ultimas visitas a la Habana.”

Nos encontramos de nuevo en julio en ocasión de la reapertura de la Embajada cubana en Washington. Lejos estábamos de imaginar que no nos veríamos más. Michael Ratner parecía saludable y mostraba el optimismo y la alegría que siempre le acompañaron. Celebramos entonces que ya nuestros Cinco Héroes antiterroristas habían regresado a la Patria y que el Presidente Obama no tuvo otro remedio que admitir el fracaso de la política agresiva contra Cuba.

Porque Michael fue siempre solidario con el pueblo cubano desde que muy joven integró contingentes de la Brigada Venceremos y esa solidaridad la mantuvo sin flaquezas en todo momento. Fue decisiva su participación en la batalla legal por la libertad de nuestros compañeros incluyendo el “amicus” que presentó a la Corte Suprema a nombre de diez ganadores del Premio Nobel.

Incansable luchador para él ninguna causa fue ajena. Se puso siempre del lado de las víctimas y encaró con valor, aun a riesgo de su vida, a los opresores que dominan aquel sistema judicial. Y lo hizo, además, con rigor, entereza y amor. Más que un brillante profesional del derecho fue un apasionado combatiente por la justicia.

Estuvo presente en 1968 en la huelga de la Universidad de Columbia y antes de concluir sus estudios combatió la discriminación racial junto al NAACP. Recién graduado representó a las víctimas de la brutal represión en la prisión de Attica. Inició así una trayectoria admirable imposible de describir en un artículo y que no conoció fronteras: Nicaragua, Haití, Guatemala, Palestina, y un largo etcétera.

Michael Ratner en el Club Nacional de Prensa de EEUU junto a la actriz y activista Vanessa Redgave.

Michael Ratner en el Club Nacional de Prensa de EEUU junto a la actriz y activista Vanessa Redgave.

Cuando nadie lo hacía asumió la defensa de los secuestrados en la ilegal base naval de Guantánamo, pudo incorporar a más de 500 abogados que lo hicieran también gratuitamente y alcanzó una victoria jurídica sin precedentes con la decisión de la Corte Suprema reconociendo los derechos de los prisioneros. A muchos otros casos también dedicó su tiempo y energías, trabajando en equipo, sin aparecer necesariamente en primer plano. No vaciló sin embargo en encausar legalmente a personajes poderosos como Ronald Reagan, Bill Clinton y George W. Bush cuyo “impeachment” trató afanosamente de conseguir, y acusó también a Nelson Rockefeller cuando era Gobernador y más recientemente al Secretario de Defensa Donald Runsfeld. Publicó libros y ensayos a favor de la legalidad y los derechos humanos. Considerado uno de los mejores abogados norteamericanos presidió el National Lawyers Guild y el Center for Constitutional Rights y fundó el Palestine Rights. Conjugó su labor como litigante con la docencia universitaria en Columbia y Yale y ayudó a la formación de futuros juristas capaces de seguir su ejemplo.

Era el principal defensor en Estados Unidos de Julian Assange y Wikileaks. Paradigma insuperable de una generación que quiso conquistar el cielo fue parte inseparable en todas sus batallas y lo seguirá siendo hasta la victoria siempre.

Mi nieto en la protesta de los Trece

In Cuban 5, History on March 4, 2014 at 11:55 am

Ricardo Alarcón de Quesada

25 de febrero de 2014

Nos pasamos buena parte de la tarde mirando a los gorriones y hablando de la Neocolonia. ¿Cómo vivían entonces los jóvenes, cómo eran? Hacía un alto en su juego para interrogarme una y otra vez ¿Dónde tú estabas, qué hacías, cuándo conociste a Fidel?

Es mi nieto que quiere descubrir cómo era Cuba cuando su abuelo tenía su edad. Traté de explicarle lo que había sido el batistato respondiendo siempre a sus preguntas. Creí notar cierta frustración cuando le dije que el régimen de Machado había terminado cuando yo aun no había nacido. Algo conversamos sobre la imborrable frase de Villena mientras el último zunzún se perdía entre las ramas y entramos a la casa.

Al día siguiente asistí a “Un paseo por la Historia” en la Escuela Primaria UIE. Fue un acto hermoso de esos que dan veracidad al vocablo “participación” más allá de toda retórica. Participaron todos los niños y las niñas, desde los de preescolar hasta el sexto grado y también los maestros y las maestras (ellas, por supuesto, eran mayoría) y no faltaron tampoco los familiares ni los vecinos. El edificio de la Escuela sirvió como “camerino” para los “artistas” y para alojar al público en su exterior.

Los alumnos con sus maestros se hicieron dueños de la calle. Por allí desfilaron aborígenes y esclavos, mambises y rebeldes y también sus antagonistas, desde el “descubrimiento” hasta la heroica hazaña de los Cinco. Vi a mi nieto, junto a los otros doce “protestantes” y luego proclamando “Asno con garras” y desafiando en la calle a la “porra machadista”.

Fue una suerte de “teatro pobre” sin grandes recursos materiales. Todo lo necesario lo aportaron los niños, sus familiares y maestros. Fue sobre todo, una obra de amor y una prueba de la enorme fuerza moral que sigue animando a incontables educadores anónimos capaces de mantener viva la herencia de Luz, Varela y Martí y de tantos otros de nombre desconocido que, a lo largo de los tiempos, han sabido alimentar el patriotismo y sembrar valores en los más pequeños. Algunos de los presentes lamentaron que en el lugar no estuvieran representantes de la prensa y alguien incluso me pidió que hiciera esta nota para Cubarte.

A este lugar concurrí muchas veces hace más de medio siglo, con compañeros de la FEU y miembros de la Unión Internacional de Estudiantes, guiados por Ernesto Guevara, a hacer trabajo voluntario en la construcción de un edificio donde hoy se palpa la presencia del Che, su espíritu revolucionario, su auténtico magisterio fundado siempre en el ejemplo.

Concluido el acto pasamos al interior de la Escuela y me topé con un camarada de juventud. Varias fotos suyas acompañan un texto que resume la existencia de José Ramón Rodríguez López a quien solíamos llamar Ramoncito aunque su cuerpo estaba forjado en la práctica sistemática del ejercicio físico y el deporte. Nació y se crió en el Vedado. Y también en el Vedado, no lejos de esta Escuela que lo recuerda fue asesinado cobardemente por la policía batistiana. Ramoncito no tenía aun veinte años de edad. Si no lo hubiesen matado aquel día de un agosto ya lejano seguramente él habría disfrutado, también con su nieto, el pasado viernes, de un inolvidable paseo por nuestra historia.

Pero ¿quién dice que él no estuvo allí? José Ramón, el Che y muchos otros, volvieron a la vida aquella mañana de la mano de las niñas y los niños y con ellos cantaron, danzaron y rieron. Porque como está escrito en un muro de la Escuela los niños son los que saben querer, y el amor siempre vencerá a la muerte.