Maggie Alarcón

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Cuba contra la violencia

In ACLU, Arts, CAFE, CENESEX, Cuba, Cuban 5 on March 13, 2013 at 1:20 pm

 

Durante la última sesión de los talleres de la VI Bienal de Dramaturgia femenina “La escritura de las diferencias”, en la UNEAC,
sus organizadoras concedieron un espacio para hacer público el llamamiento “8 de marzo: tod@s contra la violencia”, leído por Helen
Hernández Hormilla, Laidi Fernández de Juan y Zaida Capote Cruz, junto a Lirians Gordillo Piña a nombre de las demás compañeras firmantes.

Varias de las personas participantes sumaron sus firmas al documento impreso y desde su envío por correo electrónico hemos recibido nuevas
adhesiones que sumamos más abajo. Agradecemos estos apoyos y rogamos la mayor socialización posible del texto.

8 de marzo: tod@s contra la violencia

El escritor Ángel Santiesteban ha sido juzgado y condenado a prisión por agredir violentamente a su exesposa. Y enseguida han comenzado a
circular notas de apoyo al escritor y de cuestionamiento a la sentencia del tribunal que lo juzgó. En casi todas se acusa a la víctima de loca, o de magnificar una leve “riña doméstica”[1]. Nadie puede juzgar estos hechos sin conocer la profundidad de los daños causados por Santiesteban a su exesposa y a su hijo, y nadie debería acusar a la víctima de estar inventando un caso para que alguien sea condenado por ocultas razones políticas. La violencia contra la mujer tiene su origen, precisamente, en ese gesto tan usual de imaginarla carente de juicio, de  independencia,  o de opinión propia, y quienes esgrimen esas tesis están reproduciendo la agresión; como aquellos que culpan a la víctima de una violación de haber provocado a su agresor.

Las instituciones y organizaciones cubanas deben pronunciarse sobre este caso en particular y también acerca de la violencia contra la mujer en nuestra sociedad. Es preciso intensificar, multiplicar y hacer permanentemente visible una campaña pública contra la violencia de todo tipo, especialmente la que se ejerce contra la mujer. Hay que divulgar aquellas leyes que la previenen o penalizan y los debates que han tenido lugar en espacios académicos y con motivo de campañas específicas. Combatir la violencia contra la mujer solo puede lograrse si nos unimos tod@s contra la desigualdad que la inspira y reconocemos el derecho de las mujeres violentadas a defenderse de su agresor y a denunciar la agresión, aunque se trate de un genio artístico o científico, un general victorioso, un deportista de élite o un obrero de vanguardia. Nadie más que ella misma tiene derecho a decidir sobre su vida y sobre su cuerpo, y nadie, absolutamente nadie, tiene derecho a juzgarla loca por querer defender sus derechos.

Sandra Álvarez, Marilyn Bobes, Luisa Campuzano, Zaida Capote Cruz,
Danae Diéguez, Laidi Fernández de Juan, Lirians Gordillo Piña y Helen
Hernández Hormilla

(Leído en la sede de la UNEAC, hoy, 8 de marzo de 2013)

Firman además:

11 de marzo:
Marta Castillo Domínguez
Neyda Izquierdo
Tomás Piard
María Dolores Molinet Córdova
Juana García Abás
José Luis Fariñas
Eduardo Sosa Laurencio
Lourdes Fernández Rius
Saray Remón Monteagut
Kaloian Santos Cabrera
Horacio Verzi, escritor e investigador uruguayo
Dra. Rosa Salup Díaz,Pediatra
David Ravelo Rodiles
Gisela Arandia
Iroel Sánchez
Luis Carlos Marrero:
Daylins Rufins:
Camilo García López-Trigo
Nadia Sánchez Nodar, asesora de TV
Marianela Santos
Camilo García López-Trigo
Caridad Tamayo Fernández
Olga Marta
Ailyn Martín Pastrana
Luis Rondon Paz
Teresa Herrera, Uruguay
Lily Suárez Rodés
Marta Rojas
Mabel Bertot
Ernesto Gonzalez
Ada Caridad Alfonso Rodríguez
Delcele Mascarenhas Queiroz, Professora Titular da Universidade do
Estado da Bahia – UNEB, Salvador – Bahia – Brasil
Rubén Larrondo Muguercia, Médico
Ambrosio Fornet
Elizabeth Diaz
Ines Rodriguez
Dayneris Machado Vento
Fernanda Martinez, Argentina
Carmen del Pilar Serrano Coello, escritora miembro de la UNEAC
Gerardo Fulleda León
Elsa Lever M./ MujeresNet.info (México)
10 de marzo:
Alesandra Riccio
Gustavo Arcos
Silvia Gil
Lupe Alvarez
Doctor José Carlos Hdez Aragoné
Mabel Machado
Nancy Fernández Rodríguez
Roberto Valera
Rebeca Chávez
Zulema Hidalgo
Dalia Acosta
Alicia Valdés
Miriam Rodríguez Betancourt
Marilyn Solaya
Dixie Edith Trinquete
Liset García
Óscar Loyola
Marta Valdés
Nisleidys Flores Carmona
Yarman Jiménez, cubana resido en Costa Rica
Dainerys Mesa Padrón
Jorge Valiente
Sahily Tabares
Marlen Domínguez
Teresa Díaz Canals
Victor Fowler
Carmen Berenguer
Angel Eduardo Rosillo Grau:
Magda González Grau
Aurelio Alonso
9 de marzo:
Sara Más
Leticia Pérez González
Fabián García Luna
Teresa Fernández de Juan
Cira Romero
Alicia González:
Nuria Gregori Torada
Eduardo Montes de Oca
Marcia Collazo Escritora y abogada uruguaya.
Nelia Casado Castro
Josefina Hernández-Téllez
Pilar Sa
Roberto Fernández Retamar
Adelaida de Juan Seiler
Vicente Battista (Narrador argentino)
Marcia Collazo (Narradora uruguaya)
Paloma Wigodzky (Argentina)
José Naves Nasser
José M Valladares Ponce
Lic. Rosa Cristina Báez Valdés “La polilla cubana”
lohania Aruca Alonso
Leticia Becerril Salas
Dr. Jesús Dueñas Becerra
Mariela López Galano
Zaida Cruz Domínguez
Daisy Rubiera
Yasmín S. Portales Machado
Aurora Camacho
Zoraida Amable
María Isabel Díaz
Livia Quintana Llanio
Orieta Cordeiro
Rosalía Arnaes
Amaury Pérez Vidal
Cipe Fridman (Argentina)
Marta María Ramírez
Pedo Pérez-Ortiz (nyc)
Eva Rodríguez
Angel Alonso
Mabel Olalde Azpiri
Marialina Grau
Elena Palacios, directora, guionista y asesora de tv
Pepe Menéndez
Neyda Izquierdo
8 de marzo:

Esther Suárez Durán
Rodolfo Alpízar Castillo
Yoimel González Hernández
Maité Hernández-Lorenzo
Vivian Martínez Tabares
Fátima Patterson Patterson
Consuelo Duany Patterson
María Teresa García Tintoré
Yamilé Coureaux Bogalló
Daisy Sánchez Lezcano
Maribel López Carcasés
Miriam Núñez Benítez
Evelín Gómez Hernández
Eneyda Villalón Puig
María Rita Mancaniello
Alba Babastro Noris
Susana Nicolalde
Gilda Bona
Jorgelina Cerritos
Ana Gianserra
Sahily Moreda Gallardo
Raquel González Pérez
Hemar Montero Velasco
Aurea Martínez Fresno
Ela Guillamón
Rachel Domínguez
Rosa C. Báez
Waldo Franco
Sandra del Valle
Dannys Montes de Oca
Dra Norma Vasallo, Presidenta de la Cátedra de la Mujer de la
Universidad de La Habana
Olga García Yero
Consuelo Elba
Ernesto Pérez Zambrano
Jorge Fornet
Luis Toledo Sande
Vivian Martínez Tabares, crítica, investigadora y editora teatral
Mirta Arbetman-México
Rosa María Ameneiro (ROCHY)
Leslie Salgado

Para adhesiones y/o comentarios, puede escribir a:
cubacontralaviolencia@gmail.com
Se enviarán diariamente actualizaciones con los nombres de las personas que se han sumado a este reclamo. Si desea dejar de recibir estas notificaciones comuníquelo a este mismo correo.

Nueva Declaración

Agradecemos el apoyo recibido al llamamiento tod@s contra la violencia y, aunque reconocemos  el derecho de cada persona a defender aquellas
causas que considere justas, declaramos que:

Rechazamos la manipulación política de este caso, con su consecuente naturalización de la violencia contra la mujer, así como la repetida agresión a la víctima, al exponerla repetidamente sin consideración alguna.

Nuestro llamamiento fue leído en la sede de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba durante la VI Bienal de Dramaturgia Femenina “La escritura de las diferencias” porque estábamos participando en ella, pero no es una declaración de la bienal, ni de ninguna institución cubana, sino una acción ciudadana coherente con nuestro reclamo de una cultura de paz y sin violencia para nuestro país.

El caso de marras demuestra la urgencia de impulsar la aprobación de una ley sobre la violencia de género en Cuba; la necesidad de capacitar a quienes deben recibir y procesar las denuncias y de crear centros de atención y apoyo a las víctimas.

Seguiremos trabajando por ampliar los espacios de discusión del tema y por contribuir a la eliminación de la violencia contra la mujer y por
motivos de género en nuestra sociedad, sin responder a agresiones ni cuestionamientos espurios.

La Habana, 10 de marzo, 2013.

Sandra Álvarez, Marilyn Bobes, Luisa Campuzano, Zaida Capote Cruz,
Danae Diéguez, Laidi Fernández de Juan, Lirians Gordillo Piña y Helen
Hernández Hormilla

________________________________________
[1] Veáse a continuación la carta “Lamentaciones y esperanzas por un nuevo escritor encarcelado” enviada por el escritor Rafael Alcides
sobre el caso citado. El texto es una muestra de que la lucha contra la violencia hacia las mujeres en Cuba precisa aún un trabajo arduo,
eficaz y sostenido.

Lamentaciones y esperanzas por un nuevo escritor encarcelado

De Rafael Alcides
A Ángel Santiesteban

Querido Ángel:

Me cuentan que a partir de pasado mañana, jueves 28, pasarás a engrosar la larga lista personalidades que en diversas épocas y circunstancias de nuestra historia nacional han sido condenadas a años de cárcel, y lo lamento. En tu caso no ha sido por razones políticas, según he oído. Ni tampoco ha sido por desfalcar la caja de un banco, por matar, por tráfico de drogas, por robo de secretos de Estado, por usura, por chantaje, por
prostitución, por venta de visas falsas o no, nada de eso. En tu caso ha sido por una simple riña con tu ex mujer y madre de tu hijo. O sea, nada nuevo en el mundo. Una de tantas disputas entre parejas que dejaron de serlo, magnificadas por las mismas pasiones que a ellos los dejaran al garete, y lo lamento Ángel. Lo lamento por ti y por tu ex mujer y por tu hijo.

Lamento, asimismo, que esta curiosa fórmula de la que tan gloriosas reconciliaciones salieron a menudo, no haya sido tenida en cuenta por los instructores que se encargaron de tu caso, ni por los magistrados que te sancionaron en la Audiencia a cinco años de prisión, ni por el Tribunal Supremo. Todo esto lo lamento, Ángel, pero me quedan las esperanzas. Tengo la esperanza de que los escritores del mundo entero hagan suya
tu causa cuando se conozcan los hechos, despojados de la magnificación que le dio la parte acusadora, a lo mejor manipulada por personas que
no te quieren, pues en este mundo donde sobra la bondad, no falta la envidia. Párate en una esquina e interroga a la gente en ese sentido.

Haz ese ejercicio.

Tengo la esperanza de que junto a los escritores se pronuncien los gobiernos, ¿por qué no?, la ONU, el Papa, Dios mismo que tan discreto pero efectivo a la vez suele ser en estas cosas. Tengo la esperanza de que a todo aquel a quien en este planeta le sobre un dólar lance un tuit dirigido al presidente Raúl Castro informándole de esta arbitrariedad o tal vez exceso de pasión del poder judicial, o deje su protesta consignada en una página web que acaso se le ocurra abrir y administrar a alguno de tus lectores del extranjero… Pero tal vez nada de esto sea necesario. Pues también tengo la esperanza de que la Unión de Escritores y Artistas de Cuba, nuestra querida UNEAC, Ángel, nuestra UNEAC, por espíritu de justicia y por cautela, consciente de la tremenda polvareda a que en el mundo pueda dar lugar el desacierto (incompetencia, y aun fraude le han
llamado algunos, yo no) de los magistrados que manejaron tu causa, se movilice en el acto, acuda al Buró Político, exponga allí las partes
sensibles de este delicado asunto que nunca debió exceder el ámbito de la cuadra. Sí, Ángel, confiemos en la justicia de los hombres y en la
de Dios sobre todo. Dicha por la ley la última palabra, ahora le toca a la justicia hacer su entrada en escena. Yo confío en ella.
No serías el primero en obtener sus favores. Caso que no te indulten, lo que en Cuba no es costumbre, podría el gobierno darle un carácter
simbólico a tu sanción, o digamos, reducida al mínimo, mandarte a cumplirla en tu casa, de modo que puedas seguir escribiendo y recibiendo a tus amigos sin desautorizar del todo a tus desacertados magistrados. Se ha hecho con otros. Que yo recuerde, se habló una vez de alguien que en uno de esos malos momentos que suelen tenerse en la vida, sacó raudo su pistola y le voló la tapa de los sesos a un imprudente; otra vez oí de un automovilista que yendo por una carretera de la antigua provincia de Oriente tomado y a exceso de velocidad mató a alguien, y se le echó polvo a eso; y sé de más de uno que por azares, porque les tocó, atropellaron o mataron a alguien a quien no vieron o que se les metió delante del automóvil, y tampoco pasó nada. Y ya en el drama de carácter folklórico que tan divertido suele ser, pero que drama al fin no deja de sacar lágrimas, no puedo olvidar a cierto amigo, ya difunto, que por una disputa con su mujer, empeñada, con esa inocente coquetería de las mujeres, en ponerse una trusa que él entendió intolerable, en el colmo de una cólera más temible que la de Aquiles, atacó su casa con bazuca y todo, dispuesto a no dejar allí ni el recuerdo de aquella trusa malvada. Y es famoso el caso de un deportista que pusiera una bomba en el motor del automóvil del marido de su ex mujer.

¿Favoritismo? ¿Venalidad? ¿Abuso de poder? No lo creo así, Ángel. Son, sí, de hecho, acciones de antemano condenadas por la ley, Pero la ley
es sorda, es ciega, la ley sólo tiene boca para dictar sentencia y manos para agarrarte y llevarte al paredón en ocasiones. La justicia, en cambio, puede mirar, y mira si es justicia de veras, lo que la ley no podría ver. La ley juzga a la criatura por su peor momento, el que la llevó a comparecer ante ella; la justicia en cambio la juzga por su mejor momento.
Carlos Manuel de Céspedes fue a menudo autoritario y aun tiránico, y en ocasiones solapadito. Pensar en su golpe de estado a Aguilera, pensar en los esclavos a los que les dio la libertad en la noche de su alzamiento en el ingenio La Demajagua. No le dio la libertad a nadie. Los esclavos no eran suyos puesto que tampoco lo era el ingenio. Era de su hermano Eduardo quien por cierto lo tenía perdido en deudas de juego, y además –además!–, aquellos esclavos de su gesto para la galería eran unos ancianos ya. Empero, ni por estas astucias ni por aquella alevosía inicial podría calcularse el alma de Carlos Manuel de Céspedes sino por por su postura cuando el enemigo español le toma prisionero a su hijo Oscar, porque es allí, en ese momento, cuando el pequeño hombre ambicioso de gloria se levanta de pronto en su estatura de Padre de la Patria de los cubanos para todos los tiempos.

Los favorecidos que te mencionaba a manera de breves “botones de muestra” (como solía decirse cuando yo era niño) merecían justicia, Ángel Santiesteban, la merecían: esto es comprensión, reconocimiento –no perdón, no caridad, no: reconocimiento–, por su vida de servicios a la nación a cuya gloria habían contribuido. Estuvieron en la Sierra o fueron asaltantes de Palacio o trajeron títulos mundiales para Cuba.
Tú, desde luego –lo sabemos–, no eres deportista, ni tampoco estuviste en la Sierra. La escuela de comandantes de la Sierra cerró muchos años
antes de que nacieras. Pero eres un héroe de la cultura, eres un autor laureado, un hombre que ha dedicado ya más de la mitad de tu vida a
escribir, y a ganar premios que honran al país, a la patria, esa entidad mayor y para siempre, porque los gobiernos pasan, Ángel, pasan, pero la patria permanece.

Tengo por eso la esperanza de que no te den menos de lo que a otros héroes se les dio. El hecho de que se dé la casualidad de que también seas disidente, hombre de la oposición política, no creo que cuente. La oposición es el partido más numeroso del mundo, en todos los países el sesenta o setenta por cierto de la población pertenece a la oposición sin que eso se considere un demérito. En definitiva, todos los que después fueron poder estuvieron antes en la oposición. Mira al pobrecito Mandela. En todo caso, mi querido amigo Ángel Santiesteban, estamos hablando de
justicia, no de política. De justicia. Y mi memoria del porvenir, y mi experiencia de ochenta años de vivir en este mundo –los que cumpliré
ahora en junio si Dios me lo permite–, me dicen, me están diciendo que se te hará justicia, Ángel, que saldrás bajo un régimen de prisión
domiciliaria a purgar esa riña familiar, con una pena acorde a lo que dentro de unos años, después de todo, será folklore en el barrio,chiste incluso de tu ex esposa: “El susto que le hice pasar”, la oigo diciendo mientras ella allá en esos días de entonces juega dominó o le sirve té a las visitas y yo en esta madrugada del 27 de febrero del 2013, termino de escribir estas lamentaciones y esperanzas, que también serán folklore.

Rafael Alcides