Maggie Alarcón

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Aaron Sorkin to his Girls

In Politics, Social Justice, US on November 10, 2016 at 11:42 am

Sorkin Girls,

Well the world changed late last night in a way I couldn’t protect us from. That’s a terrible feeling for a father. I won’t sugarcoat it—this is truly horrible. It’s hardly the first time my candidate didn’t win (in fact it’s the sixth time) but it is the first time that a thoroughly incompetent pig with dangerous ideas, a serious psychiatric disorder, no knowledge of the world and no curiosity to learn has.

And it wasn’t just Donald Trump who won last night—it was his supporters too. The Klan won last night. White nationalists. Sexists, racists and buffoons. Angry young white men who think rap music and Cinco de Mayo are a threat to their way of life (or are the reason for their way of life) have been given cause to celebrate. Men who have no right to call themselves that and who think that women who aspire to more than looking hot are shrill, ugly, and otherwise worthy of our scorn rather than our admiration struck a blow for misogynistic shitheads everywhere. Hate was given hope. Abject dumbness was glamorized as being “the fresh voice of an outsider” who’s going to “shake things up.” (Did anyone bother to ask how? Is he going to re-arrange the chairs in the Roosevelt Room?) For the next four years, the President of the United States, the same office held by Washington and Jefferson, Lincoln and Teddy Roosevelt, F.D.R., J.F.K. and Barack Obama, will be held by a man-boy who’ll spend his hours exacting Twitter vengeance against all who criticize him (and those numbers will be legion). We’ve embarrassed ourselves in front of our children and the world.

And the world took no time to react. The Dow futures dropped 7,000 points overnight. Economists are predicting a deep and prolonged recession. Our NATO allies are in a state of legitimate fear. And speaking of fear, Muslim-Americans, Mexican-Americans and African-Americans are shaking in their shoes. And we’d be right to note that many of Donald Trump’s fans are not fans of Jews. On the other hand, there is a party going on at ISIS headquarters. What wouldn’t we give to trade this small fraction of a man for Richard Nixon right now?

So what do we do?

First of all, we remember that we’re not alone. A hundred million people in America and a billion more around the world feel exactly the same way we do.

Second, we get out of bed. The Trumpsters want to see people like us (Jewish, “coastal elites,” educated, socially progressive, Hollywood…) sobbing and wailing and talking about moving to Canada. I won’t give them that and neither will you. Here’s what we’ll do…

…we’ll fucking fight. (Roxy, there’s a time for this kind of language and it’s now.) We’re not powerless and we’re not voiceless. We don’t have majorities in the House or Senate but we do have representatives there. It’s also good to remember that most members of Trump’s own party feel exactly the same way about him that we do. We make sure that the people we sent to Washington—including Kamala Harris—take our strength with them and never take a day off.

We get involved. We do what we can to fight injustice anywhere we see it—whether it’s writing a check or rolling up our sleeves. Our family is fairly insulated from the effects of a Trump presidency so we fight for the families that aren’t. We fight for a woman to keep her right to choose. We fight for the First Amendment and we fight mostly for equality—not for a guarantee of equal outcomes but for equal opportunities. We stand up.

America didn’t stop being America last night and we didn’t stop being Americans and here’s the thing about Americans: Our darkest days have always—always—been followed by our finest hours.

Roxy, I know my predictions have let you down in the past, but personally, I don’t think this guy can make it a year without committing an impeachable crime. If he does manage to be a douche nozzle without breaking the law for four years, we’ll make it through those four years. And three years from now we’ll fight like hell for our candidate and we’ll win and they’ll lose and this time they’ll lose for good. Honey, it’ll be your first vote.

The battle isn’t over, it’s just begun. Grandpa fought in World War II and when he came home this country handed him an opportunity to make a great life for his family. I will not hand his granddaughter a country shaped by hateful and stupid men. Your tears last night woke me up, and I’ll never go to sleep on you again.

Love,

Dad

Aaron Sorkin .jpgOriginally posted in Vanity Fair, November 9th, 2016

Clinton delante en la recta final

In Elecciones en Estados Unidos, Politics on October 28, 2016 at 3:49 pm

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Por Ramón Sanchez-Parodi Montoto

A menos de dos semanas de la votación del 8 de noviembre, hay consenso en los medios políticos y de difusión de los Estados Unidos de que Hillary Clinton será la elegida como Presidenta. Así lo indica no solamente la abrumadora mayoría de las encuestas que sitúan a la candidata demócrata con amplia ventaja en los votos electorales asignados por estados y en la votación en el ámbito nacional sino también el análisis de las informaciones disponibles sobre las votaciones adelantadas. Por otra parte, la valoración hecha por la organización Real Clear Politics, que goza de prestigio nacional en ese terreno y monitorea las encuestas en el ámbito nacional, sobre las hechas entre el 13 y el 24 de octubre por once de las principales entidades que cubren el territorio nacional, arrojan que todas, menos una (que apunta un empate entre ambos candidatos) dan ventaja a Clinton de entre 1% y 12%  y el promedio  de ellas, calculado por Real Clear Politics, coloca a la candidata demócrata con el 48,3 % de preferencia mientras Trump solo llega al 43,2%. (Hay que apuntar que una ventaja de un 5% o más a estas alturas del proceso, es considerada por lo general como indicio de una aplastante victoria). Además, Real Clear Politics estimaba que Clinton contaba ya con 272 votos electorales (2 más de los 270 necesarios), en cuanto Trump solo llegaba a 126, con  otros 140 aún sin definir correspondientes a  8 estados más un distrito congresional de Maine.

Otra ventaja de Hillary Clinton es la disponibilidad de dinero, que le ha permitido reforzar la actividad de su campaña electoral en todos los estados en disputa, que incluye, en la valoración de Clear Real Politics, a tres que por décadas han sido considerados como sólidamente republicanos: Arizona, Texas y Georgia, los cuales posiblemente voten mayoritariamente a favor de Trump, pero muestra la fortaleza que predomina en los círculos demócratas,  al incursionar en estos finales de campaña en territorios tradicionales republicanos.

Las causas de la posición en que se encuentra Clinton en esta contienda pueden encontrarse en haber logrado mantener unidos  a favor de su candidatura a todas las tendencias de la coalición de fuerzas demócratas; en contar con amplios recursos financieros para su equipo de campaña, para la organización nacional del Partido Republicano y para las organizaciones de influencia política (los llamados PACs y SuperPacs); por contar con una superior organización de la campaña electoral, con un trabajo más estable y sostenido, una estrategia mejor concebida, instrumentos de procesamiento de información más eficientes y eficaces y un trabajo sistemático exitoso en la base. La campaña de Clinton fue integradora con relación a la composición demográfica del país; blancos, hispanos, latinos, asiáticos; a la coalición entre sus tendencias políticas: liberales, conservadoras, progresistas; y a que evadió exitosamente los principales obstáculos en su camino, como lo fueron las investigaciones sobre el uso de su correo electrónico personal para trámites oficiales, las acusaciones republicanas sobre su actuación en el caso del ataque a las instalaciones consulares de los Estados Unidos en Benghazi y las críticas por sus vínculos con las principales casas financieras estadounidenses y las conexiones internacionales de la Fundación Clinton, entre otras.

Por el contrario, a estas alturas de la contienda  y cuando todas las fuerzas y medios han sido desplegados y utilizados, la candidatura de Trump no ha logrado recuperarse de la estruendosa caída que está sufriendo después de la Convención Nacional Republicana a finales de julio pasado. (En realidad, si tomamos como base los promedios de preferencia que realiza Real Clear Politics, desde el 1º de julio de 2015, Trump solo ha superado a Clinton en dos momentos, y por una mínima diferencia: 0,2% el 24 de mayo y 0,9% el 28 de julio, ambos en 2016). Trump ha sido el reverso de Clinton en estas elecciones: su campaña tuvo como punto central el enfrentamiento al aparato republicano y la confrontación brutal con sus principales líderes, lo que profundizó la división en un partido que ya venía padeciendo de profundas disensiones en sus filas como lo demostró la presencia de 17 aspirantes a la nominación presidencial durante la etapa de elecciones primarias.

Trump ha realizado una errática, mal concebida, controvertida e inestable campaña electoral, tanto en cuanto a sus posiciones políticas, como en la organización y funcionamiento del equipo de campaña, en el trabajo de captación de votantes en la base y en la actividad de recaudación de fondos. Añádase a ello su falta de habilidad, experiencia y sensibilidad como ente político y las fisuras de su personalidad egocéntrica, taimada, grosera y prepotente que le valió la animadversión de latinos, negros, musulmanes, árabes, mujeres y hasta de grupos religiosos como los mormones. Su mensaje electoral ha sido xenófobo, misógino, racista, ultranacionalista, bordeando en el fascismo y el nazismo.

El equipo de campaña electoral de Trump acabó en manos de elementos vinculados con la llamada “derecha alternativa” (alt-right, en inglés). El 17 de agosto último, Stephen Bannon fue designado como jefe ejecutivo de la campaña electoral de Trump. Bannon era hasta ese momento y desde marzo de 2012 presidente ejecutivo de Breitbart News Network, fundada en 2007 y  calificada por éste como “la plataforma de toda la derecha alternativa. La “derecha alternative” no es realmente una organización sino un conjunto de grupos o tendencias contrarios a la derecha tradicional de los Estados Unidos. Este movimiento  es considerado como una expresión del nacionalismo blanco en los Estados Unidos, de posiciones anti-inmigrantes, anti-semita, anti-musulmanes y actitudes similares que la conectan plenamente con las posiciones mantenidas por Trump.

Bannon mantiene estrechos vínculos con la familia Mercer, encabezada por Robert Mercer, científico en computación y ejecutivo principal del fondo buitre, Renaissance Technologies. Rebekah, hija de Robert, es directora de la Mercer Familily Foundation, que se estima había contribuido unos 13 millones de dólares a la campaña de Trump, después de haber apoyado a la de Ted Cruz. Junto con la designación de Banon, también Kellyanne Conway, ligada a Rebekah y a Bannon fue elevada del cargo de asesora principal al de administradora de la campaña. Adicionalmente, la firma de mineración y análisis de datos Cambridge Analytica, en la cual la familia Mercer tiene inversiones,  fue contratada por la campaña de Trump.

En la práctica, la campaña de Trump terminó en manos de elementos de la “derecha-alternativa. No hay que hacer muchos análisis y valoraciones para comprender que la estrepitosa caída que experimentó Trump en las últimas semanas, especialmente producto del rechazo de numerosas personalidades republicanas y de destacados órganos de prensa que tradicionalmente apoyan a los candidatos presidenciales republicanos, está directamente vinculado al control que ejerce la familia Mercer, considerada enemiga del liderazgo tradicional republicano y ello está teniendo un importante peso en este final de campaña.

Aun cuando Clinton gane la presidencia por amplio margen de votos electorales y populares no es de esperar que haya igual resultado en las elecciones en el Senado y la Cámara de Representantes. Han aumentado un poco las posibilidades de que el Partido Demócrata logre alcanzar la mayoría en el Senado y quizás disminuir en algo el número de representantes republicanos pero es altamente improbable que el Partido Republicano pierda la mayoría en la Cámara. La razón es que las elecciones para senadores y representantes tienen lugar en el ámbito estatal donde es menor la desunión interna y donde los grupos financieros pro-republicanos están poniendo gran empeño y dinero para lograr la elección de sus correligionarios. Además, el control de los republicanos en los poderes locales es muy firme e históricamente los demócratas no gozan en ellos del favor mayoritario de la población.

Ahora solo falta esperar a la votación del 8 de noviembre. Ya las fuerzas bipartidistas están emplazadas y desplegadas buscando ganar la mayor cuota de poder posible.

Más allá del lodazal

In Elecciones en Estados Unidos, Politics on October 28, 2016 at 2:30 pm

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Por Ricardo Alarcón de Quesada 

“Juro que aceptaré totalmente los resultados

de esta gran e histórica elección presidencial

si yo soy el ganador”

Donald Trump

 

¿Es lo mismo Hillary Clinton que Donald Trump? ¿Es igual para el pueblo norteamericano y para el mundo que ella o él ganen las próximas elecciones?

Para no pocos comentaristas en América Latina la respuesta es afirmativa. La experiencia histórica ofrece demasiadas evidencias de agresiones contra nuestros pueblos llevadas a cabo por gobernantes demócratas o republicanos. Se sabe de la falacia bipartidista que malamente oculta que en aquel país el poder real lo ejerce una plutocracia a cuyo servicio operan unos y otros, como dos alas de un partido único.

Lo anterior es una apreciación, en general, correcta. Pero el tema es demasiado importante para dejarlo en el ámbito de la generalidad y reclama analizarlo concretamente, lo que se dirime específicamente en esta elección. Lo que está en juego es mucho y exigiría muchos artículos. Sólo puedo aquí abordarlo de una manera sumaria.

Cuando finalmente los norteamericanos que puedan votar -y son muchos, muchísimos, los negros, los latinos y los pobres a los que se les priva de ese derecho- lo hagan el próximo 8 de noviembre caerá el telón y concluirá uno de los espectáculos más costosos, prolongados y enajenantes que ha hecho palidecer a cualquier otro realizado antes.

Terminará así una campaña electoral en la que abundaron diatribas y amenazas, escándalos y vulgaridades, en la que nada faltó y todo se multiplicó en discursos y reportajes y en incontables “spots” publicitarios.

Al comienzo fueron las llamadas “primarias”, mecanismo para la selección -mediante votaciones internas o asambleas- entre los diversos aspirantes a quien habría de ser postulado por cada uno de los dos partidos que monopolizan allá las posibilidades reales.

En esta ocasión hubo novedades, en ambas maquinarias políticas, que causaron sorpresas y parecerían apuntar hacia la liquidación de un sistema que cumple ya más de dos siglos. Un sistema peculiar que continúa alardeando de una pretendida superioridad sobre los demás pese a que sus verdaderos jueces -los ciudadanos- en mayorías siempre crecientes prefieren no participar en él o se ven impedidos de hacerlo.

En el bando Republicano los aspirantes alcanzaron una cifra record, todos de pensamiento conservador. Se enfrentaron en “debates” televisados en los que apenas debatieron ideas o propuestas. Lo que parecía más bien una trifulca barriotera se transformó en uno de los más exitosos shows que mantuvo ante sus televisores a una audiencia de millones. El vencedor, lógicamente, fue el especialista en la materia: Donald Trump, alguien que amasó una fortuna con negocios inmobiliarios y debe su popularidad a un programa de televisión de dudosa factura pero muchos seguidores.

Su estrategia fue presentarse a sí mismo como un enemigo del sistema, tatando de canalizar a su favor el malestar y las frustraciones de la gente común, pero con un mensaje que apela a los sentimientos más bajos y a la ignorancia y los prejuicios enraizados en la sociedad estadounidense. Sus discursos le ganaron fácilmente grandes titulares: levantar un muro en la frontera sur y obligar a los mexicanos a pagar su construcción; expulsar a millones de indocumentados y vetar la entrada al país de los que no sean cristianos; propiciar la proliferación y el posible uso de las armas nucleares; eliminar los impuestos a la herencia y reducir la carga impositiva de los ricos; permitir el comercio irrestricto de armas de fuego dentro del país; designar jueces federales que deroguen legislaciones favorables a la mujer o a las minorías, y, por si fuera poco, admitió no pagar impuestos hace años y sugirió el posible asesinato de su contrincante demócrata.

Uno tras otro, destruyó a sus oponentes republicanos con su verbo incendiario y pese a los esfuerzos de la dirección del partido en su contra, ganó la mayoría de los delegados y fue proclamado como el candidato en una Convención que además adoptó su programa ultraconservador.

Del lado demócrata surgió otro fenómeno, también cuestionador del sistema, pero de signo totalmente contrario al del iracundo magnate. El Senador Bernie Sanders, independiente y declarado socialista, desplegó una campaña que se basó fundamentalmente en miles de jóvenes voluntarios y en modestas contribuciones monetarias aportadas por numerosos simpatizantes. Sin el apoyo de la maquinaria oficial, carente del respaldo de grupos financieros importantes y enfrentando a la ex Primera Dama, ex Secretaria de Estado y Senadora Hillary Clinton, pocos daban a Sanders la menor posibilidad de competir. Los debates entre los demócratas recibieron menos atención mediática y fueron la antípoda de los que caracterizaron al otro partido. Sin insultos ni atropellos discutieron cuestiones sustanciales.

Los argumentos de Sanders y su fuerza renovadora y movilizativa no fueron suficientes para darle la victoria. Ganó, sin embargo, varios estados importantes, acumuló un número muy significativo de delegados y mantuvo su aspiración hasta el final.

Llevó sus posiciones hasta la Convención Demócrata en la que consiguió se adoptase una plataforma contraria al neoliberalismo que el partido había abrazado hace un cuarto de siglo. A esta nueva línea se incorporaron también la señora Clinton y sus seguidores. Hablando ante el plenario Sanders endosó la candidatura de Hillary y llamó a votar por ella en un dramático discurso interrumpido varias veces por gritos y expresiones de rechazo de muchos de sus jóvenes partidarios. Concluido el evento no fueron pocos los que trataron de convencerlo de romper con los demócratas y crear un tercer partido con la rebelde fuerza juvenil.

Sanders no sólo se ha negado a dar tal paso sino que ha participado activamente en la batalla electoral que libra la ex senadora neoyorquina.

Ya con los dos candidatos escogidos se entró en la segunda y definitiva etapa también repleta de novedades.

Lo más notable es que Trump logró satisfacer su egolatría ilimitada (“Sólo yo puedo resolver los problemas de Estados Unidos” había dicho una y otra vez en su discurso al ser proclamado candidato). Todos los días se adueñó de los grandes titulares con su mensaje de odio y prejuicios: contra los inmigrantes y los negros, las mujeres y los homosexuales, los musulmanes y los discapacitados físicos y también contra los republicanos que, pese a apoyarlo, expresaron inconformidad con su lenguaje extremista y chabacano. Resulta alarmante comprobar que, a despecho de lo anterior y las constantes pruebas de su ignorancia supina y su arrogante y torpe desempeño, Trump dispone del apoyo de millones de norteamericanos que sienten y piensan como él.

Por su parte la señora Clinton debe enfrentar otros obstáculos. Su larga trayectoria política, aunque la comenzó como activa luchadora entre los estudiantes radicales de los años Sesenta, la ha llevado a altos cargos -Primera Dama, Secretaria de Estado, Senadora- que la vinculan estrechamente con el sistema imperante y sobre todo, es vista con recelo por los pacifistas por su responsabilidad como jefa de la diplomacia que ejecutó la política agresiva e injerencista del Presidente Obama.

La derecha fundamentalista, por su lado, le tiene una inquina particular y contra ella se ha empeñado en una campaña en la que abundan las calumnias. Hillary ciertamente ha cometido errores, algunos de graves consecuencias, hizo concesiones reprobables y no pocas veces se alejó de sus ideales juveniles. Pero ninguna figura política en su país ha sido sometida como ella a interminables interrogatorios de comités parlamentarios controlados por sus enemigos ni al escrutinio implacable de todos los medios de comunicación que han examinado su vida al detalle y no pueden acusarla seriamente de haber cometido crimen alguno. Esos medios, sin embargo, cultivan hacia ella una imagen de falta de credibilidad y de dudosa honestidad.

En las últimas semanas todas las encuestas señalan una tendencia favorable a la ex senadora y sugieren su segura victoria en noviembre. A ello ha contribuido, sin dudas, las revelaciones sobre abusos sexuales cometidos por el multimillonario y su inadmisible trato hacia las mujeres, y los tres debates televisados entre los candidatos que mostraron la diferencia abismal que los separa en cuestiones como la inmigración, el sistema judicial, la atención médica, la seguridad social y la economía.

Corresponde ahora decidir a aquellos que tienen el privilegio de poder votar si tienen deseos de hacerlo. Y en ese país, ya se sabe, cualquier cosa puede suceder.

Originalmente publicado Punto Final No. 863, viernes 28 de octubre de 2016.

Hillary´s Hour

In History, Politics, Politics on October 27, 2016 at 1:42 am

hillary

By Ricardo Alarcón de Quesada

It´s less than a month to the US elections and it is still possible that Donald Trump turns out to be the winner. Such a scenario is regarded with astonishment and concern by those in the United States who still believe in their institutions.

When he began his campaign, very few people took seriously the aspirations of the millionaire who synthesizes the two qualities that ––in the words of Octavio Paz– define imperialist behavior: arrogance and ignorance. He displayed both when he faced the other Republican contenders and now against Hillary Clinton. All along that path he has tried to show himself, demagogically, as if he were an enemy of the “establishment” and the spokesman for its victims.

It is enough to read his proposals to understand that he is blatantly lying. His tax reform plan would benefit only those who concentrate wealth and hurt those who live on their wages. To make matters worse, – a unique case in American history– he refuses to disclose his income tax reports to the Internal Revenue Service and, last but not least, he has boasted of not having paid taxes for years. Al Capone was sent to prison for that crime. But Trump is still freely touring the country where thousands of enthusiastic supporters applaud.

Everywhere, day after day, he repeats a message of hatred, prejudice and violence. There is a long list of those who are subjected to his insults and threats: Mexicans and women, Muslims and people with physical disabilities, immigrants and the LGBT community, those who advocate limiting the arms trade, and those who fight against pollution, as well as an endless list that includes Republican politicians who distance themselves from his ultra-reactionary speech and foul language.

On a couple of occasions he suggested the assassination of Hillary Clinton; and in the debate with her, before millions of viewers, he threatened with her imprisonment if he reached the presidency.

In any country in the world, and in the United States in normal situations, a similar character would lose any election and –most likely– be held in a penal institution or in an asylum. Trump, incredibly, has been the focus of the election campaign and –although many criticize him– he has the support of millions of voters.

The only way to defeat him is Hillary Clinton, the first woman in history with a chance of being elected. The difference is abysmal. Barak Obama did not exaggerate when he said she was more prepared to be President than he –Obama– or her husband, Bill Clinton.

Hillary has a long political career from her early years and has always been seen as an enemy by the most conservative groups who have unleashed a fierce campaign against her in which slander abounds. She has made mistakes –some of undoubted importance– and reprehensible concessions. She did not always remain faithful to her ideals of her youth. But the same can be said of any US politician and none other has been subjected to such relentless scrutiny by the media – those of the large corporations and many others circulating in the digital universe. These have examined her life in detail and cannot accuse her of having committed any crime. The biggest charges against her are having embraced neo-liberalism –as did almost all in her party– and having implemented, as Secretary of State, the warmongering line of the White House.

The United States remains the most powerful country in the world but its society is going through a deep crisis. Frustration and discomfort dominate US citizens who are increasingly skeptical of their politicians. Donald Trump manipulates the situation and does it appealing to the racism, brutal individualism, stupidity and violence that have been present –since its origin– in the nation that believes it is superior to the rest of the world. His candidacy has brought out the worst in the US and has turned it into an organized political force.

Hillary does not represent a revolutionary alternative. Choosing her will not produce the radical transformation of US society. But right now she is the only hope to stop barbarism.

It is possible to beat Trump. But it needs to be a crushing defeat: a landslide of votes that puts this unprecedented demagogue out of action, and also allows the start of a new stage where “Trumpism” can be defeated, because it is a disease that corrodes US society and threatens humanity.

 

 A CubaNews translation. Edited by Walter Lippmann.

 

La hora de Hillary

In Politics, Politics on October 17, 2016 at 2:59 pm

hillary-clinton

Por Ricardo Alarcón de Quesada

A menos de un mes de las elecciones norteamericanas aun es posible que Donald Trump resulte el ganador. Semejante escenario es contemplado con asombro y preocupación por quienes en Estados Unidos creen todavía en sus instituciones.

Cuando inició su campaña pocos tomaron en serio las aspiraciones del millonario que sintetiza las dos cualidades que para Octavio Paz definían la conducta imperial: arrogancia e ignorancia. De ambas hizo ostentación cuando enfrentó a los otros contendientes republicanos y ahora contra Hillary Clinton. A todo lo largo de esa trayectoria ha tratado de presentarse, demagógicamente, como si fuese un enemigo del “establishment” y portavoz de sus víctimas.

Basta leer sus propuestas para comprender que miente descaradamente. Su plan de reforma impositiva beneficiaría sólo a los que concentran las riquezas y perjudicaría a los que viven de su salario. Para colmo, caso único en toda la historia norteamericana, se niega a divulgar sus informes al Servicio de Rentas Internas, y por si fuera poco, ha alardeado de no pagar sus impuestos durante años. Al Capone fue enviado a la cárcel por ese delito. Pero Trump sigue recorriendo libremente el país donde lo aplauden miles de entusiastas seguidores.

Por todas partes, día tras día, repite un mensaje de odio, prejuicios y violencia. Es larga la lista de quienes son objeto de sus insultos y amenazas: los mejicanos y las mujeres, los musulmanes y quienes padecen discapacidades físicas, los inmigrantes y la comunidad LGTB, los que abogan por limitar el comercio de armas y quienes luchan contra la contaminación atmosférica y un interminable etcétera que incluye a los políticos republicanos que toman distancia de su discurso ultrarreaccionario y su lenguaje procaz.

En un par de ocasiones sugirió el asesinato de Hillary Clinton y en el debate con ella, ante millones de televidentes, la amenazó con encarcelarla caso de llegar él a la presidencia.

En cualquier país del mundo, y en Estados Unidos en situaciones normales, un personaje semejante perdería cualquier elección y probablemente sería recluido en una institución penal o en algún sanatorio. Trump, increíblemente, ha sido el centro de la campaña electoral y aunque muchos lo critican, tiene el respaldo de millones de electores.

La única posibilidad de derrotarlo es Hillary Clinton, la primera mujer en la historia con posibilidades de ser elegida. La diferencia entre ambos es abismal. No exageró Barak Obama cuando dijo que ella estaba más preparada que él -Obama- o su marido -Bill Clinton- para ejercer la presidencia.

Hillary tiene una larga trayectoria política desde sus tiempos juveniles y siempre ha sido vista como una enemiga por los grupos más conservadores que contra ella han desatado una campaña feroz en la que abundan las calumnias. Cometió errores, algunos de trascendencia indudable, hizo concesiones censurables, no siempre se mantuvo fiel a sus ideales de juventud. Pero lo mismo puede decirse de cualquier político norteamericano y ninguno ha sido sometido como ella al escrutinio implacable de todos los medios de comunicación -los de las grandes corporaciones y también los otros que circulan en el universo digital- que han examinado su vida al detalle y no pueden acusarla de haber cometido crimen alguno. El mayor cargo contra ella es haber abrazado el neoliberalismo como hicieron casi todos los de su partido y haber aplicado, como Secretaria de Estado, la línea belicista de la Casa Blanca.

Estados Unidos sigue siendo la potencia más poderosa pero su sociedad atraviesa una profunda crisis. La frustración y el malestar predominan en una ciudadanía cada vez más escéptica ante sus políticos. Donald Trump manipula esa situación y lo hace apelando al racismo, el individualismo brutal, la estulticia y la violencia que han estado presentes, desde su origen, en la nación que se cree superior a todo el mundo. Su candidatura ha sacado a flote lo peor de Norteamérica y lo ha convertido en una fuerza política organizada.

Hillary no representa una alternativa revolucionaria. Elegirla no producirá la transformación radical de la sociedad norteamericana. Pero en este momento ella es la única esperanza para detener la barbarie.

Es posible vencer a Trump. Pero hace falta que sea una derrota aplastante, una avalancha de votos que no solo ponga fuera de combate al inaudito demagogo sino que permita iniciar una etapa nueva en la que pueda ser derrotado también el “trumpismo”, esa enfermedad que corroe a la sociedad norteamericana y amenaza a la Humanidad.

El surrealismo electoral

In Politics, US on September 15, 2016 at 12:26 pm

trump

Por Lety Bonnin Gutstadt

En estas últimas semanas la candidata demócrata, Hillary Clinton, vio esfumarse su ventaja ante su rival republicano, el magnate inmobiliario Donald Trump, quien de casi 9 puntos porcentuales pasó a perder por un punto de diferencia.

Estas elecciones en Estados Unidos se vislumbran como las más  largas, costosas, mediáticas y peligrosas en la historia, el resultado será determinado entre los dos candidatos menos apreciados por los estadounidenses. Todo parece indicar que estas elecciones nos dejarán un nuevo mapa electoral, con cambios demográficos que favorecen mucho a los demócratas, para algunos analistas Texas, que es históricamente un feudo republicano, podría tener este año un voto demócrata. Hace unos días un importante periódico conservador del estado petrolero dio públicamente su apoyo a la ex secretaria de Estado, siendo la primera vez en 75 años que apoyan a un candidato demócrata.

Donald Trump ha llegado a las puertas de la Casa Blanca, desafiando todas las tradiciones políticas en Estados Unidos; él mismo se presenta como un “No  político” que dice lo que piensa y que tiene el valor desafiar todas las reglas del juego. No es menos cierto, que esa manera desenfrenada durante las primarias republicanas lo ayudó entre los insípidos candidatos de su partido, pero luego de lograr ser el candidato ha tenido que recular en varias ocasiones por ofensas a mujeres, latinos y musulmanes.

Muchos aseguran que Trump no cuenta con la preparación necesaria para convertirse en comandante en jefe, muchos están alarmados por su temperamento y su conocida falta de conocimiento y, de este modo, Clinton sigue siendo la única “adulta” en esta campaña.

Pero dejemos volar nuestra imaginación por un momento y pensemos en un Estados Unidos con Trump en la oficina oval; ¿se pondrá a pedir disculpas cada vez que hable sin pensar y ofenda?, ¿se terminará la eterna rivalidad entre Estados Unidos y Rusia? ¿Qué país se convertirá entonces en su rival?, ¿construirá el tan mencionado muro?, preguntas de difícil respuesta.

Una tarea un tanto complicada, imaginarse al magante en la Casa Blanca. Estados Unidos puede pasar a ser centro de grandes burlas a nivel mundial, pues no se puede gobernar diciendo “Donde dije digo, digo Diego”.

¡Qué Dios nos coja confesados si esto llegará a pasar!

“How long Great Pumpkin, how long?!” – Linus Van Pelt

In Alan Gross, Blockade, CAFE, Cuba/US, Cuban 5, Miami/Cuba, OAS/OEA, Politics, US on August 6, 2012 at 1:14 pm

Margarita Alarcón Perea

I remember a trip we took to Trinidad and Tobago when I was 9 years old when my mom gave me as a traveling companion my first copy of The Little Prince by Antoine de Saint Exupery. At the time I of course didn’t fully comprehend the philosophical intensity of the “children’s” story but in time I grew to adore the book and give it as many readings as I could and still can.

The other great author I discovered later that same year was JD Salinger. I recall wondering in the cellar of the Cuban Mission to the United Nations, then located on 68th Street between Madison and 5th avenue in NYC, when I stumbled upon a red book with yellow lettering on the cover, The Catcher in the Rye. I was taken by the simplistic art work and I soon found myself head first in the book reading till I couldn’t keep my eyes open. Again, I was too young to fully comprehend what Salinger was talking about and again it is another book and author that has been my close companion.

Then came Hemingway and Scott Fitzgerald and the entire “Lost Generation ” so eloquently qualified by Gertrude Stein. So much did I find a passion in the writers of the 1920’s and 1930’s that while at Havana University, I requested the English department allow me to introduce John Steinbeck’s Of Mice and Men into the 4th year curriculum.

Like most children I was not an alien to the lighter side of reading, and I too enjoyed the comics. Not all mind you. There was one in particular that grew on me to such an extent I am still identified by many when those who know me see any one of the characters. Of all the American authors there is one that has stayed with me in a lighter but no less intense philosophical nature, Charles M Schultz.  Back then it was the smiling and grinning while turning the pages. As I grew older and began to learn more through reading and life, re-reading Peanuts began to have a different  much more educational meaning. It was like “getting” Schultz all over again each time I read.

The media in the US has forgotten to read or at the very least to reproduce now and again sentences that should be read and re-read. For four years now, ever since becoming President of the United States, President Barack Obama has been receiving a message from President Raul Castro of Cuba: let’s sit down and talk. “We are willing to speak to the US on equal ground…”, “No topic is off the table…”, “Everything is up for negotiation…”, have been some of the phrases he has used ever since he first made the statement publicly to the press in Caracas in 2009 right before President Obama was off to his first trip abroad as president and reached Trinidad and Tobago for the OAS summit. At the moment Secretary of State Hillary Clinton was about to land in Santo Domingo, President Raul Castro was saying “we are willing to talk to the US on equal terms and everything is up for negotiation.”  The statement was so direct and new, when approached in the Dominican Republic by the press, Mrs. Clinton not only was aware in the air of what had happened, she had a comment: “this is very interesting, we will have to look into it.”  Raul said  it again this July 26th.  On my count he has said it publicly four times since 09. And the response from State or the White House? Nothing.

In the famous words of Charles M. Schultz : How long Great Pumpkin, how long?!

Las turbulentas aguas del estrecho de Florida

In Alan Gross, Blockade, Cuba, Cuba/US, Cuban 5, Cuban Embargo, Politics, US on June 28, 2012 at 2:58 pm

Inspirado en la Divina Comedia de Dante, el Pensador de Rodin parece estar “pensando” como entender el enrredo entre Cuba y EEUU…

Por Rafael Chacón

Tomado de Cartas desde Cuba 

Estados Unidos se queja porque el sistema bancario de Cuba no es trasparente y eso habría permitido que unos cubanos -refugiados de “la persecución comunista”- estafen al sistema de salud y saquen el dinero a través de un banco extranjero que también opera en la isla.

Es sorprendente que Washington le pida a Cuba trasparencia bancaria a pocos días de sancionar a un banco holandés por hacer negocios con La Habana. Antes ya habían castigado a otro suizo y, si no recuerdo mal, también a uno de la lejana Australia.

Pero parece que andar persiguiendo los negocios de la isla por todo el mundo los agota y quieren simplificar las cosas: el Banco Central de Cuba debe trasparentar todas sus actividades para que a ellos les resulte más sencillo castigar a los socios financieros de la isla.

Mal vista esa propuesta de trasparencia bancaria puede parecer hasta tonta, sin embargo, vista desde el optimismo -mucho optimismo- podría ser el primer paso hacia un acuerdo de colaboración bilateral en la lucha contra el lavado de dinero.

Si las autoridades estadounidenses están tan interesadas en perseguir ese delito tienen la opción de comprometerse a cesar la persecución financiera mundial de Cuba y, entonces sí, solicitar a este país que siga las normas internacionales de trasparencia bancaria.

Claro que La Habana se lo va a pensar muy bien, no sea que les ocurra como cuando comunicaron al FBI sobre las acciones violentas que se fraguaban en el exilio de Miami y al final sirvió para que capturaran a los agentes cubanos que consiguieron la información.

Sus juicios estuvieron tan viciados que Gabriela Knaul, relatora de la ONU sobre la independencia de jueces y abogados, acaba de expresar a Washington su preocupación por el proceso judicial contra los 5 cubanos encarcelados en EE.UU. por conspiración para cometer espionaje.

La ingenuidad de Cuba con el FBI los llevó a la cárcel. Cuatro de ellos aún permanecen en prisión y el quinto está en libertad vigilada en Miami.

Y parece que no habrá cambios en su situación legal, La Casa Blanca rechaza la oferta cubana de liberar a los 5 a cambio de Alan Gross.

Washington asegura que ellos son espías y Alan solo es un inocente “contratista”. Es verdad que trabajaba por “contrato” pero al servicio del gobierno de EE.UU. y contrabandeando a Cuba equipos de comunicación tan sofisticados que algunos solo los usa la CIA y el Pentágono.

En la negociación para liberar a Gross EE.UU. apostó todo el tiempo a “caballo ganador” porque conocían de antemano cada intención cubana. Sin embargo, desde hace unos meses perdieron sus ojos y oídos y la reacción parece ser dar palos de ciego.

Un buen ejemplo son las declaraciones de la Secretaria de Estado Hilary Clinton, anunciando que intensificará el programa de desarrollo de comunicaciones clandestinas en Cuba, lo cual es un golpe a las esperanzas de una salida humanitaria para Gross y su familia.

Para evitar más estadounidenses presos, ahora intentarán extender internet a partir de equipos que se venden en las tiendas cubanas. Es difícil que tengan éxito, salvo que sus objetivos reales sean que La Habana limite más el uso de las nuevas tecnologías y reprima a la ciberoposición.

Porque hay una evidente contradicción entre una Hilary Clinton que pretende promover internet en la isla y su colegas del Departamento del Tesoro, que ordenan a Google prohibir a todos los cubanos el uso de algunas de sus herramientas.

Y no hay la menor duda, Christine Chen, gerente de Comunicaciones Globales y Asuntos Públicos de Google lo dejó muy claro: “tenemos que cumplir con las políticas del Departamento del Tesoro (…) no se puede usar Google Analytics en los países sometidos a embargos”.

Washington carga así las armas de los inmovilistas de esta orilla. La censura de Google y los millones de dólares regalados por Hilary a la ciberdisidencia son la justificación perfecta para que algunos propongan nuevas restricciones “que nos permitan enfrentar esta agresión imperialista”.

Ahora les resultará mucho más sencillo justificar la censura y la existencia misma del Ministerio del Silencio, limitar el acceso de los ciudadanos a internet, mantener en secreto el destino del cable submarino y declarar hostil a todo el que no les sea incondicional en la red.

Cuando llegué a la isla, Victorio Copa -un colega muy cubano a pesar del nombre- me dio un sabio consejo: “si quieres entender lo que sucede en Cuba estudia sus relaciones con EE.UU. porque casi nada de lo que ocurre es ajeno a ese conflicto centenario”.

Hot Steaming “Cup’pa Joe”

In Blockade, CAFE, Cuba, Cuba/US, Cuban Americans, Education, Politics, US on May 22, 2012 at 11:37 am

CAFE Letter to State Department on Denial of Visas to Cuban Academics

May 21, 2012

Secretary of State Hillary Rodham Clinton
U.S. Department of State

Mr. Peter Brennan
Office of Cuban Affairs, DOS
Dear Secretary Clinton and Mr. Brennan:

In view of the recent denial of visas to eleven Cuban scholars who were scheduled to participate in academic exchanges next week in the United States, the members of CAFE (Cuban Americans for Engagement) feel it’s imperative to state the following:

-We continue regretting the lack of a coherent policy regarding academic exchange as part of the policy of people-to-people contacts between Cuba and the United States. While we acknowledge the right of our government to set visa requirements and eligibility, the apparently arbitrary manner in which the visas to Cubans are granted or denied–even in the case of people who have traveled to the United States before–only creates frustration and confusion within the academic community and could even lead to a chilling effect on those exchanges, especially given the time and logistical efforts involved in the organization of these exchanges. A more clear and coherent policy is sorely needed.

– Especially concerning is the suspicion that these visas are being denied as a concession to hard-line members of the Cuban-American community, including representatives in Congress, who have been aggressively vocal in the past few days attacking the approval of visas for Mariela Castro and Eusebio Leal. As Cubans and Americans, we categorically oppose the use of restrictions against academic exchanges as a political tool, both in Cuba and in the United States. The objective of a responsible policy should be to take down the structures of hostility that exist on both sides, which are counterproductive if the goal is to take pragmatic and fruitful steps towards a better relationship.

– This development also comes on the heels of a recent announcement from the Treasury Department of the tightening of restrictions on trips to Cuba by non-Cuban Americans. While we welcome all clarification of the process and rules, we are concerned about the adoption by some administration officials of the hard-line rhetoric that labels as “abuses” many of the activities on those trips, with no evidence. Our policy should reflect a wide concept of people-to-people contacts that does not exclude cultural, academic, educational, social and religious activities under any circumstances and does not consider the participants “abusers.”

We live in times of change, both in Cuba and in its relationship with the United States, which we all hope will bring a better future for the Cuban nation, on both sides of the Straits of Florida. It is time to move forward instead of backwards.

Sincerely,

Board Committee of CAFE (Cuban Americans for Engagement)

Alejandro Barreras

Eduardo Araújo

Ondine Quinn

Ernesto Cabo

Romy Aranguiz

Andrés Ruiz

Benjamin Willis

María Isabel Alfonso

Arturo López-Levy

http://www.cafeporcuba.com/

Contact: contacto@cafeporcuba.com

Phone: María Isabel Alfonso, 786-529-5123

Cuban Americans For Engagement